Reseña sobre Inquietantes dislocaciones del pulso. Por Soledad Fariña




Lo inquietante, el gesto en el muro.                    

Una lectura a Inquietantes dislocaciones del pulso,
de Gladys Mendía.

la voz mosaico   la voz fragmentada   la voz muchas voces capas de voces estremecimiento   lo cotidiano   lo exótico   lo corriente  lo exquisito  la voz inquieta  la voz fuerza     la voz queja   nuestra voz impura   ramificada en tantas voces   por necesidad biológica   por adaptación   por lógica   por tanteo   por propuesta   por entusiasmo   sin teorías   con archivos temporales     muriendo juntos por la misma bala    sin homogeneidad voces que llaman a lo fértil sin padre     voces de circunstancias   descriptivas   arbitrarias elocuentes    logran su no finalidad    voces al extremo        voces que suben de espaldas al cielo de la tierra

                           voz latinoamérica, poema de Gladys Medía



El sábado 30 de abril de 1977 comienzan a reunirse en la plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires un grupo de madres de detenidos desaparecidos duran te la dictadura de Videla. Al principio permanecen sentadas,  luego comenzaron a caminar de a dos.  Para identificarse deciden ponerse un pañuelo blanco en la cabeza. Durante los años de la dictadura militar argentina  estas madres se oponen a las medidas tomadas por el gobierno, sufriendo persecución,  secuestros, desapariciones.  El hecho de socializar la maternidad las convierte en un hito en la representación de la defensa de los Derechos Humanos.

“…sentimos que la revolución crecía dentro nuestro, que nos sentíamos tan revolucionarias como nuestros hijos, que era otro momento, pero que crecía esto de la solidaridad, de estar al lado del que tiene problemas, de poner el cuerpo cuando se toma una fábrica, un periódico, una tierra. “, afirma Hebe de Bonafide. 


Dedicado a estas Madres, breve e inquietante es el libro de Gladys Mendía que hoy presentamos, así  como rápido e inquietante es el gesto en el muro, el grafiti que un ojo  observa y registra sin palabras. Las palabras no llegan en el instante preciso, no hay relato,  pues lo que inicia y guía el rumbo de este gesto está maltrecho, dislocado, impreciso.

Estos meses no tienes nombres te faltan dos palabras para ser entonces   me hago palabra  y estoy rayada en el muro contando las horas. Dice el poema.

No hay palabras pero sí tras el gesto  hay una voz y tras la voz, un cuerpo…

La pasión materna como función que pierde sus funciones y las disgrega sobre todos los cuerpos, para salvarlos, anota Romina Fresci en su lúcido  prólogo a este libro.

“…llenamos la ciudad con las fotos de nuestros hijos, con sus hermosos rostros, con sus hermosos ojos, con sus sueños y con sus esperanzas, sin nombres, porque las Madres, en un acto absolutamente revolucionario, «socializamos la maternidad” por su parte decía  Hebe de Bonafide

La madre, la que nos hace el cuerpo -continúa Romina Frescci-  … es entonces en lo anatómico – de la tierra con sus minerales y plantas, de los cuerpos humanos y animales y en el cuerpo social – donde la dislocación ocurre, y el descalabro nos quita la palabra,

En el poema hay imprecisión para nombrar las cosas que están y no están  

esos ojos no son ojos    son representaciones   titubeos del encuentro de aquellas cosas que no son que están cayendo     esa boca no es la boca    no es una boca    es la música  es la grieta   es la máscara   es el descalabro   es la transgresión del decir del experimentar del ERRAR de lo inquietante       yo me condeno eternamente a mirar

Dos cosas se conjugan aquí: la presencia en la ausencia y  la espera ¿La espera de ser en el nombre? si no hay nombre no hay ser,  dice Gladys, en su lugar, la raya en el muro. ¿Y dónde ocurre este gesto que reemplaza a la palabra? Hay un lugar, hay una locación: la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo aquí todo sucede y no sucede, pues hay dislocación, descomposición, torcedura.
         Y hay inquietud por este espacio dis-locado ¿Dónde se establece? ¿dónde se sitúa el sujeto añorado, el no-ser de su ser? ¿en el gesto borrado cada día y vuelto cada noche a aparecer?
         La sujeto de amor se hace gesto para ser. El pulso incurre y determina el gesto, el pulso es inquietante, es dis-locado aunque marque   la diferencia entre  la vida y la detención de la vida.
         ¿Y la espera del ser en el nombre? No hay nombre, en su lugar, la raya,  el grafiti, el spray. Ella, su pañuelo blanco agitando el spray -distorsión, dislocación del lenguaje-
         Qué hacemos entonces para asegurar  la distorsión que somos, la memoria en el muro, en el polvillo del spray “cobrando vida en la mente de quien los lee”.
Dice el poema

y entonces qué hacemos    dijo ella desde la plaza    la memoria la rodeaba en una figura asimétrica salvándola de la fotografía que era su historia    nada le dijimos pero pensamos en los cálculos    en la caída del espray sobre el polvo    sabíamos que la salvación era la medida    esa cristalización de tinta en los muros cobrando vida en la mente de quien los leía     luego ella quiso ser muro nos pidió que le rociáramos espray en los ojos     escribiéramos la ondulación del caos en sus manos     y lloviera    que lloviera mucho en la televisión mental    

el gesto, la marca y su borradura cada noche. Repetir la invasión del grafitti.

         Finalmente la muerte y la constatación de la muerte en el agua “una burbuja tragada por un pez” aguas arriba.

         La pulsación termina ¿es este el fin de la espera?

          No lo es, aunque el cuerpo –o sus huesos- aparezcan el gesto no termina, el grafitti pintado y borrado vuelve a aparecer en la eterna noche para atrapar la mirada de quien recuerda, de quien no recuerda: así es la memoria.




Soledad Fariña
Santiago de Chile, 2018



Soledad Fariña (Antofagasta, Chile, en 1943). Estudió Ciencias Políticas y Administrativas en la Universidad de Chile, Filosofía y Humanidades en la de Estocolmo; y Ciencias de la Religión y Cultura Árabe. Ha participado en numerosos encuentros de poesía y recitales tanto en Chile como en otros países. Ha dirigido talleres de literatura en The Grange School y en las universidades Diego Portales, Mayor, Finis Terrae y es profesora de Literatura en la Escuela de Educación parvularia y básica Inicial en la Universidad de Chile. Fariña publicó su primer poemario a los 42 años. Albricia, su segundo libro, apareció en 1988. Otros de sus libros: El primer libro (1985), En amarillo oscuro (1994), La vocal de la tierra (1999), Otro cuento de pájaros (1999), Narciso y los árboles (2001), Donde comienza el aire (2006), Ábreme, plaquette (2012).





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