Reseña sobre El tiempo es la herida que gotea Por Romina Freschi


Reseña sobre EL TIEMPO ES LA HERIDA QUE GOTEA de Gladys Mendía
Paracaídas Editores, Lima, 2009

Por Romina Freschi

La voz es un momento. La voz es pura presencia. El presente es el puro estado. Su plurivalencia abarca el Estado. En ese pase mágico que parece haber ocurrido en un abrir y cerrar de ojos se instala no, transcurre sí, la poética de Gladys Mendía.

Estado de Gracia o Estado de Venezuela, Tierra sin mal o Nuestra América, la fuga no alcanza jamás a excluir lo que aparece opuesto. La pureza es un estado mestizo de lo borroso.
Eso, lo borroso, lo no señalado por la cultura, pero que sin duda es lo más cultural de todo: lo alienado (todo dolor promete el placer del olvido, dice Fernando Vargas Valencia en el prólogo sobre aquello que descubre esta obra) se encuentra señalado en esta escritura con una intensidad que provoca asombro, esto es, claridad pura.
Y digo señalada porque son las señales justamente las que se ponen en cuestión.  La metáfora podría parecer clásica, la poesía  y el viaje, el camino de la vida y la autopista, las señales de tránsito y las señales divinas, pero aquí el signo no es solamente metáfora, aquí el signo es omnipresente, estamos en la autopista y metaforizamos la autopista, esto es, estamos en la metáfora, todo suelo es suposición.

La autopista no sabe que todo                       es un gran barranco
Las líneas blancas suponen un orden

Es en el orden del orden donde se produce el borrón, sibilamos como especie en la desigualdad que nos disfraza de iguales. Qué es uno sino un poco de nieve… qué es uno sino un asomarse
Y se trata sí de un orden metafórico, pero se hace carne en la Historia, y la alienación es imposible por hiperreal, el misticismo se hace social e histórico – como lo ha sido siempre - y lo que nos borronean todos los días en la memoria aparece claro como un cristal…

… y los represores han hecho un excelente trabajo masificados todos       uniformados todos      anestesiados todos            cosificados en el tránsito siguiendo la señalética      acelerando en las autopistas  estrellados sin luz            soñando con la desobediencia
(fragmento del poema Mundo de El Alma lleva las luces altas)

Nuestra conciencia como humanos es lo que construye el mundo, eso borroso es el mundo, lo que parece definido en realidad no tiene fin, e incluso el Uno, esa conciencia, también se derrite.
las negaciones no sirven        las afirmaciones no sirven
matices en movimiento escupen a las señales

Es en el matiz entonces, en lo borroso, en la cara que no se ve en la sombra, en la velocidad temible que apresa, donde aparecemos sujetos los sujetos.
Y si hay metáfora, si hay suposición, es en lo que ellas congregan. No hay orden en hacer una metáfora, ni en suponer. Hay un congregar la cultura y un seguir señalizando, un sumar y sumar de voces, de tiempo – cada peldaño se vuelve marejada -  y es peldaño y es marejada y supone – esto es, sostiene, ambas representaciones y lo que ellas desatan, en aparente igualdad y extrema diferencia, se oye el tiempo y su efecto exponencial. Expuesto así, el silencio, como alternativa de la voz, se convierte en una voz más.
El tiempo es la herida que gotea  (2009) es el libro que estoy reseñando, antología de la obra de la venezolana Gladys Mendía, a quien conocí virtualmente gracias a su trabajo en la Banda Hispánica y luego personalmente en Chile para el II Conrimel. Es asombroso lo fácil que es reconocer un poeta verdadero, comentamos siempre con mi amigo Nákar, en cuanto a que hay un golpe, el diálogo se produce en forma directa, no hay vuelta que buscar, ni traducción que hacer, ni teoría literaria que aplicar. Eso me pasa con Gladys, con quien me separan muchos cientos de kilómetros, pero con quien siento que estoy a un parpadeo o una exhalación de distancia. Tal poder respira en su poesía.

La antología reúne, en su mayor parte, libros inéditos y en  composición aún. Y esto no es más que una consecuencia natural de la obra de Gladys. El arrastre de los interregnos es la fuerza que alimenta sus poemas.  La publicación no la define. Su trabajo la presenta siempre como la primera vez, y al mismo tiempo, como siempre, en el derretimiento o el asomo.

Los títulos que componen la antología son El Alcohol de los Estados Intermedios (publicado sí en 2009 por El perro y la rana), La silenciosa desesperación del Sueño (inédito entonces y publicado también por Paracaídas, en 2010), El Alma lleva las luces altas (inédito), La Grita (entonces en proceso, publicado ya en 2011 en coedición por Editorial Homo Scriptum y El Barco Ebrio y una versión en internet por SerieAlfa en catalán).

No es costumbre de Plebella reseñar libros que no se puedan conseguir en Buenos Aires, pero la intención hoy es empezar a reseñar – ¡y válgame Dios, también señalar!- una obra que trasciende los 300 ejemplares del objeto, y que hoy – mediando también nuestro propio salto a la virtualidad- está disponible, por buena fortuna, de muchas otras maneras. ¡A googlear!

Buenos Aires, noviembre 2011.
Esta reseña apareció en la revista Plebella N-23 Agosto-Noviembre.



ROMINA FRESCHI (Buenos Aires, Argentina, 1974). Poeta, performer y artista interdisciplinaria. Publicó los libros redondel (1998 y reeditado en el 2003, por ed. Siesta), Estremezcales (2000, Tsé Tsé ), Petróleo (2002, Eloísa Latinoamericana), El- pe-Yo (2003, Paradiso) y, entre otras, las plaquetas Villa Ventana (con ilustraciones del artista plástico Fernando Fazzolari, 2003, Ed. Arte Plegable ) ,  3/3/3 (2005, Ed. Proveedora de droga), Solaris (bilingüe, 2007, pájarosló ed.), Variaciones de Òrbita (2010, pájarosló ed.) y Quien siempre gana es Poseidón (2011,Tocadesata) Es directora de la Revista Plebella, revista dedicada a los ensayos y crítica literaria.
Su blog personal es www.freschi.blogspot.com


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