Reseña sobre El alcohol de los estados intermedios de Gladys Mendía. Por Marcelo Guajardo



El alcohol de los estados intermedios
Por Marcelo Guajardo


Tiene un mérito original la poesía escrita en la tensa calma de la vida cotidiana. Despunta sin ficción, desde el abismo de las domésticas servidumbres y trae a nosotros un fruto rojo y maduro. La poesía puede gestarse sin problemas arrebatada de las horas espléndidas de la mañana, de la modorra acuciante del medio día, el lento reptil de la tarde. A su tiempo y a su modo. La buena poesía se resiste a la inmediatez. Se resiste a ser llevada a la rastra a la plaza pública. La buena poesía sale sola a tomar el aire, cuando ella quiere, sin apresuramientos majaderos, cuando está lista, cuando tiene algo que decir.
La espera no es en vano. Durante este tiempo el lenguaje abandona la simple anécdota y mientras aguarda su momento se llena de sentido. Se escribe a favor del sueño rescatando del pasado aquello que dialoga. Mientras decanta, en la transparencia del agua tranquila, al fondo destella la palabra que ha de recobrar el tiempo perdido.
El Alcohol de los Estados Intermedios de Gladys Mendía corresponde a esta clase de poesía. Albergado entre sueño y la vigilia un sabueso escarba en la ceniza que ha dejado el incendio. Nos alerta de la catástrofe silenciosa de una existencia frágil y en permanente amenaza, cito: “pero arder no es una enfermedad el sueño es la enfermedad el delirio es arder con los ojos cerrados”. Todo aquí se construye en la niebla. El lenguaje balbucea sin pausa, respira la brasa de los acontecimientos, se cuela entre el fenómeno y su reacción, se alambica y se desmadeja mientras la bestia se revuelve debajo como dice Yeats. “destejer hay que destejer acabar con el rito la voz se construye mientras arde fríamente el intelecto es caricatura el viaje se ha iniciado la desarmonía de las partes la llama de las partes la fragilidad de las partes lo tóxico de las partes amamanta la voz” El lenguaje está sometido al horno de una suerte de bovarismo estético y ritual. Su inconformidad dinamita las fisuras de lo cotidiano, instala cuñas en sus trizaduras esperando el derrumbe.
Gladys nos hace testigos de su incendio y nos revela el nuestro. Vemos arder su casa desde afuera, parafraseando el poema “Frente al Fuego” de Rosario Concha de su libro homónimo (Ediciones del Temple. Santiago, 2002) volumen muy emparentado con estos estados intermedios, en tanto ambos, son asedio al cotidiano craquelado.
Su testimonio atraviesa un tamiz estético de gran calidad. Los poemas, sobre todo los de la primera parte, están construidos al amparo de una cadencia armónica y pareja. Con su respiración entrecortada nos posibilita el trance hacia sus territorios donde “la voz es la brasa bajo la ceniza” y “la lengua es dolor cuando la pureza la rodea.”
Entre parpadeos la realidad se aproxima a su condición más amenazante y total. Paradojalmente todo se ve más nítido en el sueño. El diálogo muestra su reverso, el fenómeno se fragmenta ante nuestros ojos. Desde esta hostil intemperie la poesía de Gladys Mendía extrae su sustancia. “Estoy frente al incendio de espaldas a la voz / la nieve es el mar / es el aullido / quién es uno sino un aullido en silencio / todo arde calculadamente / qué es la voz sino un afecto corrosivo”.
He aquí el doble filo de la poesía, belleza y revelación. Belleza en tanto evidencia de lenguaje y respiración única, revelación en tanto limpieza de los fenómenos para nuestra conmoción y perplejidad.


Marcelo Guajardo Thomas.
Santiago de Chile, 2010.




MARCELO GUAJARDO THOMAS (Santiago de Chile, 1977) poeta, periodista y Magíster en Literatura chilena y latinoamericana por la Universidad de Santiago de Chile. Fue becario de la Fundación Pablo Neruda (2003) e incluido en la antología Cantares de Nueva poesía chilena, compilada por Raúl Zurita el año siguiente. Ha publicado los libros de poesía Teseo en el mar hacia Cartagena y epílogo de la aventura, Un momento propicio para el exilio, Los celacantos y otros hechos extraordinarios, con el que obtuvo el premio Mejor Obra Literaria en poesía publicada (2016); y la novela La bicicleta mágica de Sergio Krumm, ganadora del Premio Barco de Vapor (2013). En el 2017 obtiene el premio Pablo Neruda de poesía joven.





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