Reseña sobre El cantar de los manglares. Por Jèssica Pujol


En los manglares las "arañas internautas" tejen desde afuera del orden establecido: inventoras de un lenguaje que desordena los sentidos, no quieren provocar caos sino encontrar la relación con el otro y en caso de no existir, crearla. Este es el "laberinto de la compañía" al que hace referencia Gladys Mendía en El cantar de los manglares, una realidad más profunda, submarina, que sobrevive en el manglar -ese espacio liminal entre el estuario y el mar- y actúa como barrera protectora natural, hábitat de múltiples especies. Este libro debería leerse como un solo canto, en partes, en que el yo lírico rescata la figura del poeta rebelde más rimbaudiana, pero también del esclavo fugitivo de la lengua impostada, que cimarronea por ese laberinto "en nombre de la belleza". Un tejido que va de abajo arriba, desde la vida subacuática hasta la nube internauta, por donde transita la memoria sin historia fija, un cúmulo de voces ignoradas, y lo individual se vuelve comunitario. En estos poemas se nos habla desde el cuerpo, así que se invita al lector a penetrarlos, incluso parasitarlos, para hacerlos suyos. Esta es la nueva épica del poetante internauta: las "uvas de mar de la nueva babel".



Londres, 2018


JÉSSICA PUJOL. Dirige Alba Londres (www.albalondres.com). Tiene dos chapbooks en inglés, Now Worry (Departamento, 2012) y Every Bit of Light (Oystercatcher Press, 2012); un libro en catalán, El país pintat (El pont del petroli, 2015) y uno en español, Entrar es tan difícil salir, con traducciones de William Rowe (Veer Books, 2016).




Ediciones Filacteria, Santiago de Chile 2018




Carnaval Press, London 2018
(Traducción al inglés por Jèssica Pujol)

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