Reseña sobre El cantar de los manglares. Por Daniel Arella



Reseña sobre El cantar de los manglares

Por Daniel Arella


LA SINTAXIS MURMURANTE DEL MANGLAR


Manglar significa árbol retorcido y esa es, precisamente, en su fundamento, la poética de la escritora venezolana Gladys Mendía en su libro El cantar de los Manglares (2018).  Las raíces del lenguaje se retuercen debajo de la tierra –en su refulgencia y disposición visual– para buscarse  inmensamente en el centro de su origen: el agua, pero hacia la dispersión que se extiende para formar otros rizomas en este bioma-lírico conceptual y musical que es su libro. 

El manglar es una zona inter-mareal: pleamer y bajamar. La función de los manglares es la protección de las costas de la erosión eólica y el oleaje. En su poesía existe este oscilar rítmico que se encadena a un emplazamiento de péndulo en el oleaje de la sintaxis. 

En este libro de la poeta venezolana Gladys Mendía, la misión ancestral  de los manglares consiste en ser guardianes de las palabras ante todo: 

crecen canales simultáneos    memoria sin historia     memoria de oídos que se miran 
coreografía imprevisible    conexiones de manglares erguidos nómadas        
poetantes afuera del orden sin única raíz

Lo líquido huido, lo húmedo, lo transformable, lo fluido, lo que se desvanece, lo refundante en el cauce de su mismo luminoso devenir, en los costados germinantes de lo más primitivo, en la génesis de las constelaciones acuáticas de una poética que insta en sus fulminaciones en rebautizar esa militancia del misterio en su percepción de lo líquido- de lo que está allí- murmurante en la marea- bajo la sed rumorosa de los manglares en el estallido de la vida que habita en sus  profundidades:  

voces cangrejos    voces anémonas    no se conocen    escriben en las mismas aguas 
no se conocen    anudo voces caracoles    voces mejillones    voces lapas 
no se conocen     aguas salobres los cobijan    sueñan las mismas raicillas 
marea alta marea baja     en el laberinto de la compañía     se abrazan y no se conocen

Lo que atraviesa, lo que traslada, el deslizamiento del signo en lo líquido del espacio en los puentes colgantes andantes de la textura verbal, entre todos los ángulos plurales que se trascienden a sí mismos, en el deslizamiento de los elementos que se fundan, en el delirio geométrico, en lo subterráneo de lo solar, atravesando esta sintaxis murmurante del manglar, de ese gran continente-archipiélago que es la poesía, orilla de las olas del mar incesante y puro: 

sin medidas ni fórmulas     sin ataques ni argumentos 
el cantar de los manglares proyecta barrocas poéticas     ciénagas costas cayos colgantes 
entrelazadas ramas     así sus versos     murmullo de marea campaneo de espumas 
silbar de viento     cúmulo de voces     repeticiones gritos ignorados     susurros vagamundos 
tal es la nueva épica en el laberinto de la compañía

(…)

habitar babélicos espacios
hemos oído    hemos tejido el canto    londres jacmel santa cruz malmö 
poliglotía de continentes archipiélago     hervidero de familias lingüísticas disímiles 
lenguaradas incendiarias conviven      apertura de cyber mangle


Daniel Arella
Mérida, Venezuela, 2020.




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